Cuando pedimos la bendición a San Judas es de hecho una petición de la bendición de Dios. Toda bendición de un creyente es una bendición de Dios, nos une con Dios. Por eso todo buen devoto de San Judas llega a convertirse en adorador de Dios. La bendición nos hace receptores de algún bien por parte de Dios, la adoración nos eleva hacia la divinidad. El devoto de San Judas le reza novenas, ante él se compromete con juramentos por un mes o por un año, o tal vez por varios años. Sabe que un día, un mes un año, lo que sea necesario hay que perseverar en oración, en búsqueda, en compromiso para corregir la vida, para vivir con Dios.